Paula Comings, directora de ventas de divisas de US Bancorp (USB), ha detectado un cambio notable en sus conversaciones con importadores estadounidenses: cada vez con mayor frecuencia, los proveedores internacionales prefieren recibir pagos en monedas distintas al dólar.
En lugar de la divisa estadounidense, ahora solicitan transacciones en euros, yuanes chinos (renminbi), pesos mexicanos o dólares canadienses, como medida para protegerse de las recientes fluctuaciones del dólar.
“Muchos clientes se mostraban reacios anteriormente porque el dólar era sagrado a los ojos del proveedor”, explica Comings. “Ahora, la sensación que transmiten los proveedores extranjeros es: ‘Dénos nuestra moneda’”.
A pesar de que el dólar registró un leve repunte impulsado por las tensiones en Medio Oriente, aún acumula una depreciación del 8% en lo que va de año frente a una cesta de divisas, según cifras de Bloomberg. Esta caída contrasta con el sólido incremento del 7% experimentado durante el último trimestre de 2024.
La volatilidad en el tipo de cambio ha generado incertidumbre en las decisiones de fijación de precios y ha aumentado los riesgos sobre los márgenes de ganancia. En consecuencia, la demanda por utilizar el dólar como moneda de referencia en las transacciones internacionales se ha debilitado.
Ejemplos concretos ilustran el cambio de tendencia. Una compañía maderera ubicada en el Medio Oeste de Estados Unidos ha comenzado a cambiar sus dólares a euros antes de pagar por la importación de madera dura procedente de Europa, práctica que reemplaza el pago directo en dólares. A cambio, el proveedor europeo le ofreció un descuento del 2% por el uso de su moneda.
Otra firma, un minorista de productos para el hogar que importa desde China, renegoció con sus socios comerciales asiáticos para saldar la próxima factura en yuanes. De igual modo, una empresa del sector alimentario estadounidense que adquiere maquinaria en Italia acordó pagar en euros, obteniendo una tasa de cambio más ventajosa para una compra por USD 400.000, equivalentes a aproximadamente USD 463.120.
“El cambio es difícil de cuantificar en tiempo real, pero en mercados desde Asia Oriental hasta Latinoamérica, un número creciente de exportadores está optando por denominar sus contratos en euros, yuanes o incluso en monedas locales”, señala Karl Schamotta, estratega jefe de mercado en Corpay, una compañía especializada en pagos internacionales con sede en Toronto.
Según una nota reciente publicada por los estrategas de Citigroup Inc. (C), Dirk Willer y Adam Pickett, los contratos comerciales podrían ser uno de los frentes donde más se resienta el dominio del dólar. “Creemos que será necesario que surjan más ‘bloques comerciales’ en América Latina y Asia, posiblemente alentados por la guerra comercial de EE.UU., para que se produzcan cambios más importantes que alejen el dólar de la facturación comercial”.
Datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco de la Reserva Federal de Nueva York muestran que entre 1999 y 2019 el dólar fue la moneda dominante en las facturas de exportación en Norte, Centro y Sudamérica. En la región de Asia-Pacífico, el uso del dólar en este tipo de operaciones rondó el 75%, mientras que en Europa —donde el comercio intrarregional es predominante— esa proporción fue considerablemente menor.
Aunque aún no se ha determinado si esta tendencia se reflejará de forma contundente en los datos macroeconómicos, Comings subraya que la creciente disposición de los proveedores a operar en monedas locales “podría hablar de la reputación del dólar”.
Con información de Bloomberg Línea.
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