Por: José Francisco Belandria Molina
Entre Alcides Monsalve (AD) y Liliana Guerrero (UNT), las dos opciones opositoras presentadas en el estado Mérida, apenas pudieron sacar algo más de veinte mil votos. La verdad es que no entusiasmaron a las mayorías, no realizaron propuestas ni construyeron una organización político-ciudadana que generara esperanzas. Ambos tuvieron tiempo para hacerlo, son los jefes de sus partidos y acariciaban esta oportunidad desde hace mucho. Sin embargo, prefirieron ser candidatos apoyados en la fuerza de la nostalgia y de la temeridad. En el caso de Monsalve, es peor. Se empeña en una manera atrasada de hacer política que lo lleva de fracaso en fracaso.
El PSUV sacó en Mérida un poco más de ciento diez mil votos. No crecen ni pueden crecer, cada vez obtienen una votación parecida, con más esfuerzo, con más ventajismo y con menos liderazgo. Ganó un desconocido, hasta para ellos mismos.
En muchas mesas de votación de la ciudad de Mérida el resultado a favor del PSUV fue de 10 a 2. La ausencia de electores, personal electoral y testigos fue notoria.
Los resultados también demuestran que la oposición estuvo por debajo de todas las previsiones y que su división terminó de liquidar las posibilidades que pudieron tener.
Así las cosas, las oposiciones tienen que estar sacando importantes lecciones de todo lo ocurrido, pero, por el contrario, ya empezó la guerra de todos contra todos para las próximas elecciones municipales, porque nadie quiere quedarse por fuera. Estas y otras razones explican por qué la oposición se encuentra en su peor momento. Por lo menos están en el deber de evaluar el impacto de la abstención a corto y mediano plazo, su evidente crisis de liderazgo y las dificultades que enfrentan para dotarse de una ruta estratégica coherente y unitaria.
Según datos preliminares del CNE, los porcentajes electorales para la Asamblea Nacional quedaron de la siguiente manera:
* PSUV: 82,68%
* Alianza Democrática: 6,95%
* UNTC Única: 5,18%
* Fuerza Vecinal: 2,57%
Estos porcentajes y el número de puestos asignados a los distintos factores presentan inconsistencias que el CNE prefiere ignorar. Todavía se esperan los resultados detallados para saber qué pasó al milímetro. Quizás nunca lo sepamos.
El resultado de todo es que, al final, hay dos grupos cantando victoria: La victoria que canta el Gobierno y la victoria que canta cierta oposición que celebra el acatamiento de su llamado a no votar. La verdad es que ambos factores se engañan: El oficialismo enfrenta una derrota estratégica porque cada vez menos venezolanos votan por ellos. Por su parte, la oposición radical no podrá capitalizar a su favor una abstención que ya es estructural y que va más allá del llamado de alguien. Por eso es más sensato pensar que perdimos otra oportunidad de hacer bien las cosas.
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