En el corazón de los Andes venezolanos, y a lo largo y ancho del territorio nacional, la Semana Santa no solo se vive con profunda devoción religiosa, sino que también se degusta con sabores ancestrales y preparaciones culinarias que han pasado de generación en generación. Durante estos días, los venezolanos mantienen la costumbre de evitar el consumo de carne roja, sustituyéndola por platos a base de pescado y otros ingredientes autóctonos.
La gastronomía tradicional de esta época se caracteriza por la ausencia de carnes rojas, dando protagonismo a pescados, mariscos, vegetales y dulces que evocan la reflexión y el recogimiento propios de la temporada.
Según el chef Asdrúbal Vázquez, varía mucho según la región, pero mantiene elementos en común y uno de ellos es el pescado que se emplea en los platos tradicionales de distintas maneras y según el contexto cultural de cada zona del país.
En las zonas costeras, el pescado sigue siendo el rey. Preparaciones como el pescado frito, el sancocho de pescado o el mojito de pescado son habituales, aprovechando la frescura de los productos del mar.
Entre estos platos icónicos de nuestra gastronomía tenemos el pastel de chucho, tradición del oriente venezolano que fue convertida en un patrimonio por Rubén Santiago, chef venezolano de origen andino y quien hizo de la Isla de Margarita su hogar durante más de 40 años.
El pastel de Chucho se prepara en casi todo el oriente venezolano, aunque en Margarita tiene un protagonismo especial. Este plato combina un guiso de mantarraya (o cazón) con plátanos amarillos fritos (tajadas), queso y una salsa a base de huevo.
Mas recientemente se utiliza el pez león, el cual se alimenta de peces herbívoros que controlan las algas, que a su vez compiten con los corales constructores de arrecifes, por lo que diezmar su población era una necesidad para el caribe venezolano, convirtiéndolo en un ejemplar perfecto para el pastel de chucho. A pesar de ser un pez venenoso, el veneno solo reside en sus espinas dorsales y no compromete su carne la cual tiene altos contenidos de Omega 3.
Otro plato tradicional es el cuajado, una especie de tortilla de pescado que se consume especialmente en los estados orientales como Monagas, Sucre y Anzoátegui. Se elabora con cazón o raya, acompañado de huevos, papas y plátano frito
El chef Asdrúbal nació en el estado Miranda, de madre oriental y padre marabino, y ha tenido también la oportunidad de crecer con influencias de los llanos.
Menciona que la gastronomía venezolana tiene mucha influencia de la colonización española y, por ende, del catolicismo, por lo que vemos este tipo tradiciones gastronómicas en las cuales no se consume carne roja en la Semana Santa.
Además, menciona la “nobleza” de la carne del chigüire, muy popular también en el oriente, llanos y amazonas venezolanos, y comenta que es muy nutritiva sabiéndola preparar ya que contiene unas glándulas que despiden un olor fuerte y hay que removerlas.
En el occidente del país, por otro lado, aparece el “mojito”, el cual se hace con variedad de pescados y entre otras cosas, es sazonado con coco, un elemento muy presente en las costas de Falcón o Zulia.
Otro de los elementos comunes que tiene la gastronomía venezolana es seguramente el ají margariteño, el cual se usa en múltiples platos tradicionales en todo nuestro territorio.
Los postres también tienen un papel fundamental en la mesa venezolana durante la Semana Santa. El dulce de lechosa, preparado con papaya verde cocida en almíbar de papelón y especias, es una de las opciones más populares. Asimismo, el arroz con leche, con su combinación de arroz, leche, azúcar y canela, es un clásico que se disfruta en todo el país.
La dulcería criolla cobra especial relevancia durante la Semana Santa. Los dulces de lechosa, con su textura acaramelada y su sabor inconfundible, son un clásico que no puede faltar. También son populares los higos en almíbar, el cabello de ángel y la conserva de coco, endulzando los paladares después de los días de ayuno y abstinencia.
Las bebidas tradicionales también acompañan estas comidas. La chicha criolla, elaborada a base de arroz, y los jugos naturales de frutas tropicales como el mango, la parchita y la guayaba, refrescan y complementan los sabores de la mesa.
En Mérida, específicamente, las familias suelen preparar con esmero el guisado de pescado seco, generalmente bafre. Además, no es raro encontrar en las mesas merideñas dulces típicos de la región como los alfajores y las conservas de frutas andinas, además de los envueltos de plátano maduro, la mazamorra, el majarete, las arepas de trigo.
Más allá de los ingredientes específicos, la gastronomía de Semana Santa en Venezuela representa un encuentro familiar, un momento para compartir y transmitir las costumbres a las nuevas generaciones. La preparación de estos platos se convierte en un ritual lleno de cariño y tradición, donde cada receta cuenta una historia y cada sabor evoca recuerdos de otros tiempos.
Así, mientras el país se sumerge en la reflexión espiritual, las cocinas venezolanas 1se llenan de aromas y sabores que son parte esencial de la identidad cultural y religiosa de esta época del año. La Semana Santa se vive, se siente y, sin duda, se degusta en cada rincón de Venezuela, para hacer lo que antaño se llamaba parva, mediodía y colación, nombres que se daban al desayuno, almuerzo y cena, durante los días de la Semana Mayor.
Leonardo Rodríguez Dugarte / Compás Informativo
Con información de Radio Fe y Alegría
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