La feria de Sevilla hasta el momento ha demostrado que es el toro el que impone su ley, con varios ejemplares que han dejado de manifiesto la importancia de la bravura.
Es todo un dato que en estos tiempos donde se ve casi exclusivamente al torero que sean los toros los protagonistas principales en crónicas, tertulias y reuniones a ambos lados del Atlántico, ya que, con la presencia de la televisión en las ferias, los aficionados tenemos el privilegio de ver la temporada y aunque nunca será igual ver a través de la pequeña pantalla, la “tele” sin duda es un gran acierto.
En lo que va de feria de abril, se han visto toros muy importantes, que han puesto de acuerdo a todos que es tan difícil en esto.
La bravura es muy difícil, no se torea sola, requiere técnica, valor, sitio, oficio, pero aparte de todas estas cualidades tan importantes si no van acompañadas de una personalidad arrolladora o de un concepto sublime dejan en evidencia las carencias, así de difícil es el toreo.
La gran corrida de Santiago Domecq lidiada el día 9 acaparó todos los titulares y elogios de la prensa especializada ya que en ella hubo mucha bravura, no siempre aprovechada por los diestros quienes estando bien no lograron superar el listón de tanta exigencia porque el toro bravo desde luego de fácil no tiene nada.
“Saleroso” número 68 primero de la tarde fue excepcional, “Diestro” número 08 fue muy bueno, “Coronado” número 01, cuarto del festejo fue bravo y sobre todos ellos “Tabarro” número 30, el quinto, que fue un dechado de clase y temple, aunque al final del largo trasteo hizo amago de rajarse, a este toro se le pidió el indulto y el presidente en un petardo olímpico le negó la vuelta al ruedo.
¿Qué ocurrió para que los toros estuvieran por encima de sus lidiadores? Se echó de menos contundencia, abarcar mejor las embestidas, engancharlas por delante y llevarlas hasta el final, elegir mejor los terrenos, hubo pases buenos en las faenas, algunos muy buenos y estéticos, pero torear lo que se dice torear es otra cosa.
En la corrida de El Parralejo que propició la salida por la Puerta del Príncipe de Miguel Ángel Perera destacó el cuarto “Oloroso” número 66, que este sí fue premiado con la vuelta al ruedo tras ser cabalmente aprovechado por el maestro de la Puebla del Prior que exprimió su clase y bravura.
La muleta poderosa del extremeño le dio sitio, temple y mano baja, lo cual agradeció el toro. La feria de Sevilla de este año pasa a la historia por la bravura de varios toros los cuales ya han sido inmortalizados y se recordarán por siempre porque en la tauromaquia es el toro el que impone su ley.
Crónica de Víctor Eduardo Ramírez Molina “Vitico”
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