Por Miguel Sosa *
En los últimos meses ha venido surgiendo a nivel nacional e internacional un escenario de expectativas por el aparente proceso de recuperación de la economía del país. Los tiempos de colas y escasez con una inflación que llegaba casi al millón porciento parecen superados. En concreto, el valor del Bolívar frente al dólar ha logrado estabilizarse manteniendo una tasa promedio de 4.30 en los anteriores 5 meses, los anaqueles están llenos de productos nacionales e importados en su mayoría, la venta de combustible no subsidiado se ha estado regularizando y la producción petrolera va en aumento, favorecida por los precios internacionales. La producción agrícola y ganadera en pequeñas y grandes extensiones está retomando con fuerza. En Venezuela se respira un aire de emprendimiento mezclado con la necesidad de conseguir otras fuentes de ingresos.
Estos signos positivos se ven contrastados por el elevado costo de la vida, los precios de muchos de estos productos son comparables con los de Chile y Uruguay, conocidos internacionalmente como dos de los países más caros de la región. Todos los bienes, inmuebles, servicios y productos a nivel nacional están estipulados en dólares y bolívares, con la excepción de las zonas fronterizas y aledañas con Colombia donde se ha impuesto el peso como la moneda principal de intercambio. Por otro lado, los bajos ingresos han obligado a que cada persona menor y mayor de edad en capacidad de producir busque una o varias fuentes de ingresos, para tratar de cubrir sus necesidades; destacando que el último aumento anunciado por el gobierno, no alcanza para adquirir ni el 30% de la canasta básica. Aunque esta realidad es solo explicativa para las familias asalariadas y de bajos recursos, pues un pequeño sector de la población ha logrado salir sumamente favorecida de la crisis, aprovechando la mano de obra barata, los bajos costos de los bienes, alquileres y servicios.
Las obras públicas están en su mayoría paralizadas, otras son tan solo un reflejo de proyectos fallidos y recursos desperdiciados. En Mérida la recolección de la basura y el mantenimiento progresivo del alumbrado público por parte de la nueva gestión municipal, son vistos como una hazaña inimaginable para estos días. El 90% de las carreteras del país se encuentran a la espera de mantenimiento, las escuelas y hospitales no son ajenos a esta realidad.
Las instituciones del Estado parecieran funcionar por inercia, casi cualquier trámite hoy cuenta con alguna tarifa paralela impuesta por el funcionario o funcionaria de turno para su gestión y agilización. La proliferación de puntos de control de las fuerzas públicas (militares y policías) en las vías del país, parecen centros de carroñería, que buscan desangrar bajo cualquier pretexto el bolsillo de los paisanos.
Los cortes de luz son una constante en casi todo el territorio nacional, con excepción de la capital, allá falla más el agua. Los niveles de delincuencia y la sensación de inseguridad han disminuido, pero a pesar de esto, el centro de cada ciudad luego de las 6pm queda casi completamente desolado, el transporte público es menos frecuente y el montarse en el metro puede ser un deporte de adrenalina.
Entonces ¿se arregló el país? y la respuesta es no, pero si se está avanzando, la mentalidad de cada venezolano y venezolana ha cambiado, sin dejar de lado nuestra amabilidad y buen humor característico, pero no somos los mismos de hace 4 años, muchos han dejado de estar a la espera de soluciones desde arriba (aunque varios siguen soñando con algún mesías), ahora de a poco cada quien va construyendo a su ritmo su versión de país. Son abundantes las oportunidades y potencialidades que presenta Venezuela para su desarrollo.
La mayor preocupación es que no existe actualmente un proyecto de país, ni por parte del gobierno ni de los sectores opositores, Venezuela se encuentra andando soñolienta por un camino bajo el cual nadie tiene la certeza de hacía dónde nos llevará.
*). Politólogo ULA. Maestrante en Estudios de Latinoamérica por la Universidad de la República de Uruguay.
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