Harry Osers y la geometría descriptiva del Shoá


El Profesor Harry Osers es conocido en Venezuela por los ingenieros que estudiaron -y estudian- por sus libros de Geometría Descriptiva. Quienes fueron sus alumnos –en la UCV y en la Unimet- también saben que el Profesor Osers fue sobreviviente de los campos de concentración y exterminio de Terezín en República Checa, Auschwitz, en Polonia, y Mathausen-Gusen, en Austria, durante la II Guerra Mundial. Era el prisionero 169086. Un número. Una de las tantas formas de los nazis de deshumanizar a los judíos. Le comentaba a Carolina Jaimes Branger, su amigo Tomás Osers, hijo del Profesor Harry Osers, que su padre decía que una de las maneras que tenían los prisioneros para sobrevivir era pensar que “sólo faltaban tres meses”. Y así, iban de tres meses en tres meses. 

El día de la liberación del campo de exterminio de Mathausen-Gusen, los prisioneros no sabían qué pasaba. Esperaron dos o tres días, durante los cuales no les habían entregado sus raciones de comida diaria. Finalmente decidieron salir. Los alemanes se habían ido. Caminaron por el bosque hasta que llegaron a una carretera, donde encontraron a los americanos dirigiendo el tráfico. Sólo en ese momento supieron que eran libres.

Harry Osers fue profesor emérito de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela y director de ITI (Integradores de Tecnología en Ingeniería), H&R&T OSERS, Ingenieros Consultores, Rainbow Technologies de Venezuela, CATI, TradeLink e InterTrade.    

 

Se podría afirmar que la Geometría descriptiva es al ejercicio profesional del diseñador lo que la gramática es al idioma. Harry Osers

 

En una entrevista realizada a su hijo Tomás Osers comenta que la Shoá fue un caso único de genocidio en el que no solo se trató de perseguir y asesinar a los judíos. Primero se les restringieron sus derechos, luego se les expropiaron sus bienes, a esto siguió el cortarles las barbas y las patillas a los hombres en público (la barba y las patillas son un mandato religioso), se les ordenó lavar las calles con cepillos, se les hacinó en guetos en un sector de la ciudad confinando dos o tres familias en un mismo apartamento, se les limitó el suministro de comida, se les deportó a campos de concentración donde eran sometidos a trabajos forzados y finalmente se les asesinó en cámaras de gas y crematorios.

 

Una de las maneras que tenían los prisioneros para sobrevivir era pensar que “sólo faltaban tres meses”. Y así, iban de tres meses en tres meses. 

 

Pero desde el inicio de las deportaciones, el acto de deshumanización más grande fue la eliminación del nombre. Al llegar a un campo de concentración,  a los judíos se les asignaba un número y se les llamaba únicamente por su número. Solamente en el campo de exterminio de Auschwitz este número se les tatuaba a los judíos en el brazo.

El director de Educación del Comité Venezolano de Yad Vashem e hijo de sobrevivientes del Holocausto, Miguel Osers, comenta que, el legado más importante transmitido por sus padres,  Harry Osers y Dorit Weiss, es el concepto de valores de familia, la importancia de no olvidar el pasado y la importancia del valor de las cosas. “Si comíamos teníamos que servirnos y comer todo del plato. Recuerdo a mi madre decir ‘no sabes qué es pasar hambre”, cuenta.

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