Mérida.- Monseñor Helizandro, Arzobispo Metropolitano de Mérida, presidió la Santa Misa que marcó el nacimiento del Niño Dios.
El arzobispo estuvo acompañado por los presbíteros José Gregorio Méndez, Vicario General de la Arquidiócesis y párroco de la Catedral; Ramón Paredes, rector del Seminario San Buenaventura; y Leonardo Angulo, arcipreste de Mérida Norte y vicario parroquial.
La procesión de entrada se realizó por la nave central. Monaguillos, seminaristas y sacerdotes marcharon hasta el altar.
Al inicio de la Eucaristía, una representación de San José y la Virgen María entregó al arzobispo la imagen del Niño Jesús, que fue colocada en el pesebre y entronizada junto a la Corona de Adviento en el altar.
Un momento de intensa fe, devoción y alegría se vivió durante el canto del Gloria. El Arzobispo lo entonó y fue seguido por la Coral Cantus Mensurabilis, mientras las campanas de la Catedral resonaban con todo su esplendor.
En la homilía, Monseñor Terán exhortó a los fieles a “ir sin miedo a Belén, como lo hicieron los pastores, para decirle a Cristo que sólo Él es nuestra esperanza (…) En medio de la crisis que vivimos hoy, únicamente su Palabra y su Espíritu nos dan vida”.
Tras la comunión, las luces de la Catedral se apagaron y los asistentes encendieron sus velas junto a las velas de la Corona de Adviento.
En un ambiente de profunda espiritualidad, el arzobispo reflexionó sobre el significado de celebrar nuevamente el nacimiento de Jesús, Dios hecho carne que vino a salvarnos.
Al finalizar, se realizó la adoración del Niño Jesús. Los fieles se acercaron al pesebre para pedir por la paz y la prosperidad en los hogares y en la patria, así como por sus intenciones personales.
La celebración recordó que Jesús es la Luz del Mundo, en una noche en la que “el cielo se inclina para besar la tierra”. En un mundo que a veces se muestra cansado y frío, entre luces, prisas y expectativas, brota una flor de esperanza: Cristo, el Dios con nosotros.
Con información de Prensa Arquidiócesis de Mérida
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