Por: Yaxis Aristigueta*
Mantener la organización, la movilización, no regalarle nada al gobierno nacional, no repetir los errores del pasado y pensar en obtener el poder político, son razones suficientes para permanecer en el sendero electoral. Lo último requiere especial atención, pues el poder necesita espacio, influencia; al contrario de la violencia que abarca espacios, pero no los crea, y que en la medida de lo posible los reduce. Se podría decir, de acuerdo con Byung-Chul Han que "… lo político no se basa en la violencia, sino en una voluntad común que genera continuidad de la acción". El poder es la continuidad de la acción, es la capacidad del yo de continuarse en el otro.
Es por ello que, con asombro, noto como aún hoy existen idiotas (del griego idiotes que originalmente se refería a una persona que renuncia a sus derechos políticos, como el voto, para dedicarse solo a los asuntos privados, desentendiéndose de la cuidad) que instan a la población a desistir de la participación, de la lucha electoral y de la cooperación cívica, elementos fundamentales de la democracia. Tal y como señala Han "…la individualización y el aislamiento merman el poder", lo despojan de espacio, de continuidad. En su intento de instrumentalizar la voluntad ajena para fines propios, hay políticos que pretenden desmovilizar a la población, procurando alejar de los asuntos públicos a la mayoría de los ciudadanos, entregando todo el poder político a quienes hoy gobiernan, únicamente para mantener el status quo.
Hablar de recuperar espacios va más allá de la obtención de un simple cargo, un puesto, un curul o una silla en cualquier ente gubernamental, se trata de la organización y la fundamentación de un grupo capaz de concertarse y de ser colaborativos entre sí. Decía Arendt que "…el poder no lo posee nadie en realidad, surge entre los hombres cuando actúan juntos y desaparece cuando se dispersan otra vez". Esa colaboración, unión, adición o agregación, cómo quiera que se llame; debe cimentarse en un proyecto a largo plazo, que vaya más allá de lo electoral. No se trata de un acuerdo mutuo y de transigencias reciprocas para una coyuntura electoral, se trata de un proyecto- país, pero para ello es necesario tener organización y estrategia.
Ejemplos hay muchos, de pequeños grupos de hombres en inferioridad numérica, pero con una organización y estrategia superior, que dominaron guerras, defendieron territorios y conquistaron poblaciones. Vietnam es un ejemplo, vencieron al mayor y más preparado ejercito del planeta. En contraposición, los esclavos siendo franca mayoría no pudieron en mucho tiempo liberarse de sus amos, siendo estos últimos los poseedores de organización y estrategias superiores. Hoy en Venezuela sucede lo mismo, gobierna una minoría, que con una estrategia efectiva y muy organizados se mantienen en el poder. Es por ello que, dispersar una fuerza capaz de convertirse en poder, sólo tiene lógica en el deseo de doblegar la voluntad ajena a fines propios y muy personalistas.
Los trastornos que sufre la democracia y la política producto de la digitalización, de los fakes news y los discursos de odio que influyen en la formación de la opinión pública, han generado una crisis de la verdad que culmina en los equipos celulares de miles de Zolochos que obedecerán como borregos el llamado a la abstención, permitiendo tal cual esclavos, incapaces de organizarse para vencer, que unos pocos amos esclavistas los subyuguen.
*Lcdo. Trabajo Social (UCV), articulista e investigador, trabaja en la consultoría política y escribe artículos de opinión sobre actualidad política.
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