El Papa Francisco realizó su primera visita a la isla de Córcega, donde participó en un congreso sobre piedad popular en el Mediterráneo. Durante este breve viaje, abordó temas clave como la “sana laicidad” en la política y la no instrumentalización de la religión.
En su encuentro privado con el presidente francés Emmanuel Macron en el aeropuerto de Ajaccio, ambos conversaron sobre asuntos internacionales, incluyendo la guerra en Gaza, la situación en Ucrania y Siria, y la reciente tragedia en las islas Mayotte a causa de un ciclón. El Papa expresó su cercanía a los afectados en su rezo del Ángelus.
Macron agradeció al Pontífice su presencia y le entregó un libro sobre la catedral de Notre-Dame. Por su parte, el Papa obsequió al presidente con medallas y documentos magisteriales, recomendándole especialmente su exhortación apostólica Gaudete et Exultate, que incluye una oración de Santo Tomás Moro sobre el sentido del humor. El Papa compartió que repite esta oración a diario.
Este viaje también fue histórico por la decisión del Papa de no ofrecer la tradicional rueda de prensa durante el vuelo de regreso a Roma, una primera vez en su pontificado. A su llegada, los periodistas le obsequiaron una tarta por su 88 cumpleaños.
El obispo de Córcega, el cardenal Francisco Javier Bustillo, destacó la huella imborrable que deja esta visita, marcada por el júbilo y la esperanza.
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