Por: Luis Loaiza Rincón *
El general Della Rovere es un personaje que el periodista italiano Indro Montanelli (1909-2001) tomó de la vida real y que su compatriota, el cineasta Roberto Rossellini (1906-1977), llevó a la gran pantalla en 1959.
Montanelli, que presenció el colapso del régimen fascista en septiembre de 1943, terminó detenido y condenado a muerte por los alemanes. Salvado "in extremis", salió de la prisión de San Vittore (Milán) por intercesión del cardenal de Milán Ildefonso Schuster, ayuda que sólo conocería muchos años después gracias a uno de sus lectores. De esta dura experiencia extrajo los elementos centrales para escribir uno de sus más famosos "Incontri", pequeños retratos de personajes, en el que develó la extraña historia del general Della Rovere.
De aquí partió Roberto Rossellini para realizar una película (Il generale Della Rovere) que obtuvo el León de Oro en Venecia y una nominación a los Óscar en la categoría de mejor guión adaptado.
Esta historia comenzó un día de marzo de 1944 cuando el supuesto general Della Rovere, íntimo amigo del mariscal Badoglio y consejero técnico del general británico Alexander, fue llevado a la prisión de San Vittore. El verdadero general había sido capturado por los nazis al momento de desembarcar de un submarino aliado, cuando pretendía asumir el comando de las operaciones de resistencia anti nazi.
Muerto en un oscuro incidente, los alemanes deciden sustituir al verdadero general por un pícaro con porte militar, Bardone, un estafador con dotes histriónicas. Arrestado por los nazis, es obligado a hacerse pasar por el general Della Rovere con el objetivo de infiltrarse en la resistencia para identificar a sus jefes.
La trama es compleja porque Bardone, interpretado por Vittorio De Sica, poco a poco se pierde a sí mismo en su papel y no solo finge ser un héroe de la resistencia, sino que en realidad se convierte en uno; primero animando a sus compañeros de prisión a mostrar coraje y, finalmente, aceptando la muerte por fusilamiento en lugar de traicionar a sus compañeros de la resistencia italiana.
Estamos frente a un granuja que se creyó su papel y no se devolvió cuando pudo hacerlo. Por eso murió frente al pelotón de fusilamiento convencido de su aporte a la resistencia anti fascista.
Cuando los verdugos lo llaman por su auténtico nombre, Bardone no responde; sólo lo hace al del general Della Rovere, sabiendo que eso significa ser pasado por las armas. Una vez trasladado al campo de concentración de Fossoli (Carpi), deja de recibir el trato de favor que venía recibiendo, lo encierran en un barracón con los demás y es obligado a hacer los mismos trabajos humillantes.
Los propios condenados intentaron evitarlo, pero él insistió en cumplir con el papel que había decidido interpretar hasta el final. Cuando le condujeron al paredón, en compañía de otros sesenta y siete hombres, al contrario que el resto, impidió que le vendaran los ojos. Dió un paso al frente y antes que la orden de disparar ahogase sus palabras, Bardone pidió a sus compañeros gritar vivas a la patria y al rey.
En junio de 1945 se exhumó su cadáver. Nadie lloró porque nadie sabía quién era Bardone.
Sin Javier Cercas (nacido en Cáceres, España en 1962) esta historia nos hubiese pasado desapercibida. Gracias a su libro "Anatomía de un Instante", al que ya nos referimos en otra oportunidad, pudimos llegar a la película de Rossellini conseguida en YouTube y a varios libros de Montanelli, que tuvo una vida tan intensa como la de los personajes que retrataba para la prensa.
En ¡Viva Italia!, el último capítulo de "Anatomía de un Instante", encontramos que el autor realiza una muy interesante aproximación a la figura de Adolfo Suárez González (1932-2014), presidente del gobierno español entre 1976 y 1981, desde la impronta del general Della Rovere.
Explica Cercas que la idea original surgió de un editorial del periódico El País, para entonces un medio de la intelectualidad de izquierda, moderna y democrática de España, de fecha 18 de febrero de 1981, titulado "Adiós, Suárez, adiós", en el que se hace una demoledora crítica contra Suárez y su gobierno, tanto por la delicada situación del país, como por la incertidumbre abierta con su renuncia a la jefatura del gobierno.
En ese editorial también se compara a Suárez con Della Rovere y se le reprocha por rendirse al chantaje de la derecha con su renuncia: "El general De la Rovere murió fusilado y Suárez se ha ido de prisa y corriendo, con un sinfín de amarguras y con muy pocas agallas".
Cinco días después de publicado este editorial de El País, se produjo el golpe de Estado contra las instituciones democráticas españolas, el 23 de febrero de 1981, que en todo el mundo se conoció, erróneamente, como "el golpe de Tejero", por aludir a su cara más visible, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina, quien pistola en mano irrumpió en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, gritando a todo cañón ¡quieto todo el mundo!
A partir de allí, Cercas elabora un magistral retrato de ese preciso "instante" y de la figura de Adolfo Suárez en toda su complejidad personal y política, porque "no es lo mismo un político excepcional que un hombre excepcional".
Apenas hace unos días, el periodista Sergio Dahbar, ex director de El Nacional, decía en X que "el ambiente tóxico de la oposición venezolana acorrala a Edmundo González Urrutia en Madrid. Quieren que declare. Quieren controlarlo. Campaña en medios. Con amigos así quién necesita enemigos" y no pudimos dejar de pensar tanto en Adolfo Suárez, a quien El País acusaba de haberse "ido de prisa y corriendo, con un sinfín de amarguras y con muy pocas agallas"; como en Bardone, convencido y transmutado en su papel de héroe, siendo un granuja.
La verdad es que el tiempo tiende a corregir los juicios que surgen al calor de la inmediatez y de la confrontación política. Hoy Adolfo Suárez tiene un puesto bien ganado en la historia de la democracia española, porque, entre otras cosas, tuvo el talento para terminar, en apenas once meses y de forma pacífica, con cuarenta años de dictadura franquista.
*). Luis Loaiza Rincón es Politólogo y Profesor de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes. Mérida. Venezuela.
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