En la Tauromaquia existen unos valores inamovibles que caminan de la mano con ella desde que el hombre y el toro cruzaron sus caminos, con el paso del tiempo se han fortalecido y sirven de ejemplo para una sociedad que quizás confundida y globalizada no los comprende por un modismo que busca imponer criterios y sentencias desde el desconocimiento, la imposición y la anarquía.
Las imágenes de Jesús Enrique Colombo acudiendo al quite de Isaac Fonseca nos demuestran el alto grado de compañerismo, altruismo y humanidad de los toreros.
Acudir al rescate aún a costa de poner en riesgo su integridad es sinónimo de gallardía, valor y desprendimiento.
Colombo, que ese día estaba de espectador en el callejón saltó en ayuda del diestro mexicano que caído en el suelo estaba indefenso, a merced del toro.
En otro momento o contexto social, la foto serviría de ejemplo para todos, ese noble acto de dar la vida por el prójimo sería vanagloriado y reconocido.
Pero en estos tiempos que corren donde la hojalata se vende como la plata o el oro no recibe su merecido reconocimiento.
En ese momento Colombo representó todos los valores de la fiesta y la grandeza de los toreros, que son de los últimos héroes que nos quedan en un mundo donde ser grande a veces pasa desapercibido.
Crónica de Víctor Eduardo Ramírez Molina
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