Gonzalo Pulgar tiene tres años como vigilante de un edificio que conoce muy bien. Él fue uno de los operadores de la maquinaria pesada durante su construcción, en el municipio Naguanagua, mientras trabajaba para una empresa del sector que hoy se dedica solo a pequeñas remodelaciones.
En 2015 salió de la compañía ya que no era sostenible el pago de los salarios con la paralización de la actividad, debido a la severa crisis de falta de suministro de materia prima que depende de empresas del Estado y la imposibilidad de importarla.
Él vivió en primera persona la debacle del sector que no se ha recuperado. Al concluir una obra, casi de inmediato pasaba a otra y así se formó por más de 12 años como mano de obra calificada de la que el 50% migró, mientras que la otra mitad está en actividades ajenas para las que se preparó.
El presidente de la Cámara de la Construcción de Carabobo, Vicente Berzal, aseguró que muchos han migrado porque es el sector que mejores cambios de vida experimenta al ir a otros países, debido a la experiencia y capacidades adquiridas.
Pero hay otros tantos que se dedican a labores diversas “como conducir un taxi, trabajar de vigilantes, llenando anaqueles en supermercados o cualquier otro oficio digno porque lamentablemente no hay trabajo en nuestro sector”.
En terapia intensiva
El 2023 fue un año sin avances para la construcción. “El sector sigue en terapia intensiva, desapareció el muy pequeño resurgir que se vio en el 2022”.
Berzal detalló que en el gremio hay empresas que pasaron de construir a vender alimentos o a la agroindustria, y la mayoría sigue operando a muy bajo porcentaje de su capacidad realizando remodelaciones.
Los principales obstáculos enfrentados este año no fueron una novedad ya que se trata del mercado secundario subvalorado, la falta de crédito, y la poca capacidad de compra.
“En otros países hay muchas oportunidades de inversión para capitales de cualquier otro sector que busca en la compra de metros cuadrados una buena renta en alquileres, o ganar el diferencial en el precio entre comprar en planos y vender cuando ya está lista la obra. Los mercados secundarios mantienen un valor interesante y por eso se dinamiza ese tipo de inversión”.
En Venezuela, con el gran volumen de población que ha migrado hay mucha oferta secundaria a precios “absurdos”, hay inmuebles en venta cuyo precio es prácticamente el valor de los electrodomésticos y muebles que dejan los propietarios como parte de la venta.
“Si tú te vas a vivir a Chile, por ejemplo, y vendes tu apartamento de dos habitaciones aquí en San Diego o Valencia, es muy probable que con el valor de esa venta puedas abonar apenas un 10% o 15% de lo que cuesta algo similar allá en Chile”.
Para el presidente de la Cámara de Construcción de Carabobo es necesario modificar algunas leyes como la de la estafa inmobiliaria, volver a contar con cartera crediticia, tanto para el constructor como para el comprador, y que el venezolano recupere su poder adquisitivo.
Con información de El Carabobeño
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