Los imprescindibles


Por: Luis Loaiza Rincón *


Necesitamos con urgencia gente capaz de impulsar una transición hacia la democracia que pueda recomponer al país, reanimar a la sociedad, al ciudadano, y fabricar el futuro.

 

Otros países han enfrentado con éxito retos de similar complejidad o todavía más apremiantes, quizás porque contaron con la gente adecuada, gente que estaba allí esperando la oportunidad precisa. Es probable que hayamos estado muy pendientes de las personas equivocadas, gente sin formación, sin la contextura adecuada, de esa que acumuló en paralelo demasiadas derrotas y privilegios, incapaces de abrir ningún camino.

 

¿Quiso el franquismo, a la muerte del dictador, facilitar el advenimiento de la democracia en España? Evidentemente que no, porque todo estaba dispuesto para que la dictadura se alargara, aunque es imposible saber cuánto más. Lo cierto es que se emprendió la demolición del régimen franquista, un edificio levantado ladrillo a ladrillo durante cuatro décadas, sin que apenas se produjeran víctimas.

 

Semejante hazaña exigió una muestra excepcional de talento político, tanto de algunos herederos de Franco, como de la oposición democrática, y este talento aunque no se derrame por los rincones, existe. Los países siempre tienen sus reservas, aunque no sea fácil encontrarlas.

 

¿Qué cualidades debe tener esta gente? Tienen que ser, sin duda, personas que conozcan la política. Es imposible afrontar un reto de tal magnitud sin conocer a fondo la política, pero además deben contar con inteligencia natural, capacidad de trabajo, coraje, serenidad, garra, astucia, resistencia, sanidad de instintos, capacidad de conciliar lo inconciliable, intuición histórica o sentido de la realidad y mucha, muchísima ambición. Se trata, en suma, de lo que Javier Cercas llama las cualidades de un "político puro".

 

En "Anatomía de un Instante", un libro considerado imprescindible sobre el golpe de Estado que sorprendió a España el 23 de febrero de 1981, Javier Cercas relata precisamente el instante en el que Adolfo Suárez permaneció sentado mientras las balas de los golpistas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso de los Diputados y la transición española parecía quebrada. Para el momento, Suárez ya era el político puro que hizo posible, en once meses y de forma pacífica, que se terminara "con cuarenta años de dictadura mediante una operación inédita en la historia".

 

No se trata de buscar otra figura providencial, inclinación que a los venezolanos nos ha salido tan cara, sino de construir el cambio entendiendo las reglas de la política, construyendo equipos de amplitud, sumando mayorías y centrando los esfuerzos en la solución de los problemas nacionales. También hay que tener claro que la grandeza en el ejercicio de la política es un don transitorio, que la democracia perfecta no existe y que no es lo mismo un político excepcional que un hombre excepcional.


*). Politólogo. Profesor Escuela de Ciencias Políticas ULA. 

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