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A los venezolanos nos ha sorprendido el inusual comportamiento del gobierno del Perú a raíz de la presencia en Lima de nuestra selección de fútbol que asistió a un juego válido por la sexta fecha de las eliminatorias sudamericanas FIFA 2026 ante el combinado peruano.
Controles inmigratorios en las afueras del estadio, campañas agresivas de los medios de comunicación peruanos promoviendo la xenofobia y aporofobia contra los venezolanos afincados en tierras peruanas y la violencia física de la policía contra fanáticos y jugadores venezolanos.
No se entiende este clima de agresión, cuando Venezuela siempre fue refugio para miles de peruanos que en distintas épocas salieron de su país a buscar mejor fortuna. Las redes sociales han dado cuenta de esta situación que resulta francamente incomprensible y que no puede únicamente achacarse al mal comportamiento de una minoría de venezolanos que operan fuera de la ley.
Nadie podrá negar que la absoluta mayoría de los venezolanos radicados en el exterior salieron a trabajar muy duro para forjarse un mejor futuro, que son gentes de valores, alegres, amigables y respetuosos de la ley y las costumbres que han conseguido en cada uno de los países de acogida.
Ninguna nación tolera que traten a sus compatriotas de esta manera. En Venezuela todavía conviven una gran cantidad de peruanos que han hecho de este país, su país, aportando su esfuerzo y talento para ayudar a sacarlo adelante. A nadie se le ocurrirá desquitarse con ellos.
¿Qué gana el gobierno del Perú con estas muestras de resentimiento e inferioridad? ¿Qué queda del pensamiento de los ilustres peruanos que siempre han defendido la tolerancia, el respeto a la diversidad y la fraternidad latinoamericana?
Luego de todos estas muestras de enemistad, 12 horas después de finalizado el partido con un empate a un tanto, el canciller de Venezuela, Iván Gil, denunció por las redes sociales que el avión de la Selección Venezolana de Futbol fue retrasado a propósito en el aeropuerto de Lima, negándosele el suministro de combustible y complicando sin necesidad el retorno de un equipo que ya cumplió sus deberes deportivos.
¿Qué se gana con esto? ¿Hasta dónde puede llegar la necedad de un gobierno que no entiende de respeto?
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